VENEZUELA PATRIA MÍA
Hoy te siento más que nunca Venezuela. Escucho, miro y palpó tantos sentimientos a flor de piel .
Desde hace mucho este suelo amado no tiene paz.
Desde hace mucho vivimos en zozobra y entre rencores cruzados como las balas que no paran.
Desde hace mucho la palabra respeto pasó de moda y se fue de viaje, dejándonos una tierra hostil .
Desde hace mucho Tierra mía, se siembra el odio y el resentimiento en lugar del café y el cacao o los sueños y todos sin excepción vivimos los avatares del lado oscuro, de un diablo enardecido, que por doquier va dejando su llamarada y la marca de su paso.
Desde hace mucho la esperanza sufre de ocasos y apagones, sin embargo, se niega a morir para cederle paso a la derrota.
Desde hace tanto comenzamos a cambiar sin darnos cuenta, la deshumanización se acrecentó.
Y hoy mi tierra amada has sido y eres testigo de las más viles y crueles acciones ...
Pero te digo, no culpes a tus hijos, ha sido el mal, ese que por años ha perseguido naciones y que encuentra paso en la avaricia.
Ha sido el mal que antes azotó a otras naciones hermanas, transformándolas en escenarios de holocaustos y crímenes de lesa humanidad.
Madre Tierra de la espuma y del alma llanera perdónanos ha sido el mal del totalitarismo que por estar dormidos o distraídos, sólo en nosotros mismos, llegó, tomó espacios y se quedó. ...
Por no estar atentos de las necesidades del otro, ese que también es mi hermano. Por no sentir su dolor como mío, por vivir sin tiempo para mirar, por vivir en la carrera del éxito.
Madre Tierra deje que el mal lo tocara, coqueteandole con engaños, ofreciéndole lo que yo olvidé darle.
Venezuela mía, por no mirar y por pensar que no era mi problema, otro tomó mi lugar, sólo que no fue el bien, aunque vino con alas blancas ofreciendo corazón.
Era el mal que llegó y engañó a mi hermano y a mi mismo.
Madre Tierra amada, hoy ya no estoy distraído y estoy listo y dispuesto a darlo todo para salvar a mi hermano y a ti que mueres por escasez de amor y exceso de tiranía.
Tal vez, mi ceguera cueste mucho pero más costaría si siguiera ciego.
Tal vez, ni tengo la espada de Bolívar, ni su sabiduría libertaria, pero tengo amor de sobra para luchar hasta vencer.
El amor aunque tardío, se que vencerá al mal.
A ti que lees esto que escribí te digo tengo tanto miedo como tu pero el amor me ayuda cada día a vencerlo y recuerdo y me repito a cada instante las palabras de Juan Pablo II "debemos ahogar el mal en la abundancia del bien" yo te invito a que hagamos de esta nuestra bandera
Atentamente Karla Charris y Maria Gabriela Olavarria A.